Capítulo 5: El lago


Capítulo 5: El lago

Antes de llegar a la cabaña llegaron al acuerdo de remojarse un poco en el lago ya que después del combate se habían empapado de sudor. Maldijeron a los hijos de Atenea por no asegurar baños en las cabañas, ya que el verano pasado tuvieron de derribar los baños para que los gemelos pudieran tener una cama. Así  que desde entonces van al lago a bañarse.

Al se había encargado personalmente de que los hijos de Hefesto les construyeran un muro para que los demás campistas no espiaran ni a las hijas de Hermes ni a las de Ares, que se bañaban juntas a un lado del lago. No tardó mucho en quitarse el sudor de encima, el aseo no era muy importante para ella, era rápida y concisa, y le dedicaba el tiempo justo. En realidad esto era porque no se sentía del todo a gusto en el agua, siempre tenía la sensación de que había algo mirándola por debajo del agua.

Salió del lago y vio a Ed esperándola en una piedra mientras miraba a la cabaña de Afrodita. Al sonrió para sus adentros, estaba segura de que había ido a pedirle cita a Irina y esta lo había rechazado.

- ¿Tenía cita previa? – le preguntó divertida.

- Me ha dicho que esta tarde quería relajarse sola- remarcó esta palabra como si no acabara de creérsela.

- Tiene que cansar estar todos los días igual.

- ¿Qué? ¡Pero si tú lo haces con James todos los días y no te cansas!

- No voy todos los días, no exageres. Ten en cuenta que ella tiene que hacerlo todos los días varias veces para que todos estéis contestos. No te pasa nada por esperar. Búscate una novia si no te gusta– le dedicó una mirada fría.

- Nah, mucho, trabajo, además, prefiero ser un alma libre.

- Un alma libre que se mete entre las piernas de Irina cada tres días, y porque no te deja más – se burló Al.

- No tienes nada que reprocharme, todas las noches del año pasado te escapabas de la cabaña eludiendo a las arpías para ir a su casa. Y no es que fueras muy silenciosa, nos despertabas a todos.

- Pero yo sé a lo que voy, y tú aún tienes esperanza – Al quería remarcar eso, sabía que Ed estaba colado por Irina, pero esta no, y no quería que se hiciera daño – Quítatelo ya de la cabeza.

- Lo que tú digas - Ed suspiró y se puso en pie – Vamos a ver al pequeñajo ese.

Se encaminaron hacia la cabaña en silencio, y no se dijeron nada más en el resto del trayecto. Todo estaba dicho. Irina era una hija del amor, y lo regalaba gratuitamente al que quisiera recibirlo; no pertenecía a nadie, y por eso era perseguida por todos. Todos la querían, menos mal que sabía defenderse.

James era distinto, no era el chico más guapo del campamento, pero tenía algo que atraía a todas las campistas, desde las remilgadas de Atenea hasta ala más independiente de Ares, Al. Pero tenía las mismas normas que Irina, nada serio; quien no pudiera respetar eso no hacía nada con él, y al contrario que su compañera de oficio, él podía defenderse por sí solo. No era un hijo de Hades por nada.


Al sabía que su padre no se llevaba bien con Hades, quizás fuese por eso por lo que se sentía atraída hacia James, pero aun así estaba segura de que eso no era amor, no sabía lo que era pero no quería sentirlo; el amor hería a la gente, y ella ya tenía suficientes cicatrices. 


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