Capítulo 6: Elección de representantes
Cuando llegaron a la cabaña el sol ya empezaba a bajar,
tiñendo de rojo y naranja el cielo por encima de sus cabezas. Al entrar dentro
de lo que era su hogar durante todos los veranos se encontraron con una escena
bastante tranquila.
Al había esperado que la fase de ira en la que se encontraba
Kevin les pasara factura a los demás,
pero Maëlle la había controlado bastante bien, canalizándola a lo que parecía
ser hacer el hoyo de su habitación más grande.
Los tres estaban llenos de tierra, al igual que el resto de
la habitación de los chicos. El hoyo fue un regalo indirecto de la cabaña
Poseidón, enfurecieron tanto a Ed en el juego de la bandera que al volver tiró
una de sus pesas y rompió el suelo. Desde entonces afirmaba que todo formaba
parte de su plan de construir un sótano para tener más espacio en la cabaña,
nadie se lo creía, por supuesto, pero a los gemelos les gustaba cavar en sus
horas libres y Al lo dejó pasar.
Parecía que cavar juntos había estrechado los lazos del trío
y había calmado a Kevin, que parecía divertido. Estaba sucísimo, pero eso no
importaba demasiado en el primer día. Al recordó su primer día en el
campamento, gris y amargo, por suerte no estaba sola. Este recuerdo le hizo
echar mucho de menos a Sandra, pero se tranquilizó diciendo que mañana volvería
al campus.
- ¿Lo estáis pasando bien? – Les preguntó sarcástica- Antes
de cenar os quiero lavados.
- No nos amargues el día – Le respondió Mark- Además, hemos
avanzado bastante ¿A que sí Ed?
- Claro, tres días más y ya tenemos un precioso sótano que
será la envidia de todos los campistas –respondió animándose.
- Vale, vamos al lío – Al estaba ya cansada después de todo
el día – Kevin, este es Ed, nuestro capitán de cabaña, se supone que tiene que
aconsejarte, pero la cabeza es de adorno,
así que cualquier cosa nos la preguntas a Mäelle o a mí. Se cena a las 7 en
punto todos juntos. Y no puedes estar de acoplado, tienes que ganarte la cama
donde duermes.
- Me ha dicho Mäelle que hay una carrera de cuadrigas – le respondió
entornando los ojos – Yo tenía un caballo y he pensado que…
-Para el carro. No es solo que sepas montar, tienes que
saber esquivar las trampas y poner las tuyas para conseguir ser el primero – se
volvió hacia Maëlle - ¿Se lo has explicado todo?
- Sabes que sí, aunque creo que en cuanto dije la palabra “caballos”
dejó de escucharme – añadió volviendo al trabajo.
- Siempre podemos hacerlo a sorteo – dijo Mark levantando la
voz – Y quien gane sube en el carro contigo pasado.
- Un momento – rugió Ed - ¿Y por qué tiene que ser siempre
ella? El líder de la cabaña soy yo.
- Sí, pero a ti los caballos nunca te hacen caso – le respondió
Mark, regodeándose – Y Al se lleva genial con Troya y Troya manda en la cuadriga.
Así que sólo necesita a alguien que se encargue del cañón.
Ed se calló, sabía que era verdad, Al llevaba haciéndose
cargo de las carreras de cuadrigas desde que Ares le regaló a Troya dos años
atrás. Todavía le dolía no haber sido él el que regresara al campamento vencedor.
- Si queréis la hacemos ahora mismo – dijo Al interrumpiendo
el silencio – Sandra nunca quiere participar y estamos todos los demás.
No hizo falta más, los mellizos saltaron corriendo del hoyo
y fueron a la cocina a por los palitos; Ed ayudó a Kevin a salir del hoyo, que
ya era más alto que él y se sentó en el suelo.
- Nunca se me dan bien estas cosas – suspiró.
- Vamos, luego te quejas de que nadie quiere pelear contigo
porque eres el mejor y nos lo restriegas día sí día también – dijo para
animarle – En algo tendremos que sobresalir los demás.
Eso pareció animarlo y al volver los gemelos con los palitos
fue el primero en elegirlo; sintió que no le tocara el premio, pero se consoló
de algún modo con las palabras de su hermana. El palillo vencedor fue en este
caso para Kevin, que lo miró varias veces sorprendido. Mark chasqueó la lengua.
-La suerte del principiante –dijo – Voy al lago antes de que
se haga la hora de cenar.
Se fue seguido de su hermana y de Kevin, que aún siguió
mirando la pajita durante un tiempo más con una sonrisa en mitad de la cara. Al
se volvió hacia Ed, que seguía sentado en el suelo y le dijo:
- Me voy, no me esperéis para cenar.
- ¿Y se puede saber a dónde vas? Luego la bronca me la como
yo – gruñó Ed – Ah, vas a hacerle una visita a James ¿Tanto vais a tardar?
- Eso no es de tu incumbencia, que estés de mal humor por
Irina no me quita la oportunidad de pasarlo bien con James – le sacó la lengua.
Y dicho esto salió por la puerta y giró rumbo a la cabaña de
Hades. La verdad es que llevaba pensando todo el día en ir después de cenar,
pero quería ir ya, y nunca se le había
dado bien tener paciencia.
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