Capítulo 3: La cabaña del jabalí


Capítulo 3: La cabaña del jabalí

Pasaron unos minutos hasta que volvió a aparecer el color en las mejillas de Kevin, ahora había pasado de un blanco invernal a un rojo sangre. Al supuso que era rabia, no por ser demasiado empática sino porque todos habían pasado por lo mismo: ser desdeñados por su padre. Era la primera parte de La iniciación Ares, como le gustaba llamarla a Sandra; básicamente consistía en bajar las expectativas  y recordarte que no valías nada para Ares. Para él sus hijos eran meras piezas del juego.

Al resopló, odiaba hacer esto pero lo consideraba necesario para no sufrir más. Era una terapia de choque, más bien consistía en tirar a alguien a un hoyo profundo, de tal manera que sólo podías subir. Se sabía las fases de memoria: negación, ira, resentimiento, depresión y aceptación. Pero en un hijo de Ares el primer paso no era el mismo que para el resto de las personas, era la ira y le duraría hasta la noche.

Alcipe señaló hacia la derecha, a una cabaña roja como el fuego, rodeada de alambres; estaba limpia pero no lo parecía. Las recientes obras para agrandarla, las peleas constantes entre los miembros y el color rojo oxidado hacía de ella la segunda casa más hecha polvo del campamento, sólo ganada por la cabaña de Hefesto; llena de hollín, pintura, marcas de incendio y materiales de construcción por todas partes.

- Ese va a ser tu hogar durante el próximo verano – le indicó amablemente – No parece gran cosa, pero te acostumbras con el tiempo. Déjame decirte que has tenido suerte, sólo quedaba una cama y está en el cuarto masculino.

Kevin no respondió pero la siguió hasta la alambrada y miró fijamente su nueva casa, le daba igual como fuera mientras pudiera tener un sitio para dormir. Aunque la verdad es que se sentía aliviado, si no podía controlarse y rompía algo, no se notaría el estropicio. Alcipe sacó una llave que llevaba al cuello y la puerta se abrió rechinando.

Dentro había una estancia compuesta por una mesa grande central y varios sillones, sillas y sofás alrededor de ella. En uno de los sillones estaba sentada una chica que afilaba una espada, se giró al instante y al ver a Kevin gritó:

-¡Mark! Sal de tu habitación y quita los escorpiones de la cama, que tenemos nuevo hermano ¿Cómo te llamas? – le preguntó sonriendo.

Kevin le contestó sorprendido por la cálida sonrisa que le brindaba la joven, era un poco mayor que él, pero sus facciones aún eran redondas y brillantes. El pelo rubio le caía hasta la barbilla acentuando unos ojos rojizos que se difuminaban en un rostro manchado de negro. Se abrió la puerta de la derecha y salió un chico idéntico a ella excepto por la pequeña pelusa que comenzaba a cubrir su cara, parecía un poco más molesto que su hermana pero aun así se acercó a saludarlo.

- Me alegro de tenerte aquí, ya nunca más seré el pequeño de la cabaña – añadió mientras lo recorría con la mirada – Tu cama está un poco estropeada pero podemos pedirle a Ed que la arregle.

- No pienso volver a dejar a Ed intentar arreglar algo. No sabe hacerlo, se frustra, y entonces lo rompe más- le cortó Al con una mirada de advertencia- Prefiero negociarlo con los hijos de Hefesto antes de volver a cometer el incidente del hoyo.

- Vamos, no seas así, no se puede arreglar este destrozo de cabaña; y mejor, si estuviera perfecta todo el rato estaríamos tan pendientes de ella como Cécil – fingió un escalofrío- Antes muerta que convertirnos en eso.

- Claro, luego la que se pasa media hora gritando a las arpías por una supuesta nota injusta a final de verano eres tú – le respondió Al.

- Quien no arriesga no gana, por cierto, me llamo Mäelle y él es Mark – añadió señalando a su mellizo – Ve a ver tu cama.

Kevin entró en la habitación y en lo primero que fijó la vista fue en un enorme socavón en el suelo, sonrió y dejó su mochila en la cama donde había una jaula de escorpiones. La cama se tambaleó un poco y casi deja caer la vitrina. Pero Kevin sonrió y dijo:

- Da igual, me gusta este sitio.

Era normal, era el estilo de los hijos de Ares, espacio para ser libres y sin presión por poner orden. Al se dio la vuelta y cruzó el salón hasta la entrada, al abrir la puerta oyó a su espalda a Mark.

- ¿Dónde se supone que vas ahora? Tienes que explicarle cómo funciona esto, eres la jefa.

- Yo no soy la jefa, Ed es el capitán de la cabaña y voy a buscarlo al campo de entrenamiento – resopló- No quiero quitarle la ilusión de creerse importante en una situación así.

- Todo el mundo sabe que la que manda en la cabaña eres tú, aunque te niegues a reconocerlo. Bueno, menos Ed – añadió bajando la voz - ¡No tardes! Yo le explicaré lo básico.


Al sonrió, recordaba cuando eran ellos los novatos y no querían dormir en habitaciones separadas por nada del mundo. Abrió la puerta y se dirigió al campo de entrenamiento a buscar a Ed, así estarían todos.



Patrocinado (pagado en dracmas) por:



No hay comentarios:

Publicar un comentario