Capítulo 12: Rumores


Capítulo 12: Rumores

Al sólo se acordó de James cuando regresó al establo con Max, se preguntó brevemente qué quería decirle pero luego desechó ese pensamiento sustituyéndolo por cómo iba a hacer para que Troya no le diera una coz a Kevin.

- Te dije que vinieras a conocerla ¿Dónde has estado todo este tiempo? – le preguntó enfadada.

- Mark me dijo que sería mejor que me habituara al cañón – le respondió- dijo que no hay nada que hacer con Troya…

- A Mark le voy a pegar una paliza cuando vuelva – le cortó- Y a Troya no le pasa nada, sólo es… especial, supongo.

Kevin se rio, pero la risa no le duró mucho, al entrar al establo y ver a Troya se le heló la sangre. Era una yegua impresionante, no era sorprendente saber que era el regalo de un dios. Tenía el pelaje completamente oscuro y los crines peinados en forma de trenza. No llevaba arnés ni silla y eso hacía que Kevin se sintiera intimidado.

- ¿Me voy a subir en eso? – Troya relinchó, como si pudiese comprenderlo.

- En Troya sólo me subo yo – replicó ceñuda Al – Tú sólo tienes que caerle bien para que no intente tirarte del carro  y se desestabilice a mitad de carrera.

- ¿Y cómo consigo que no quiera matarme?

- Fácil. Habla con ella, alábala, péinala y dale de comer durante todo el día. Quizás llegue a la conclusión de que no le es útil matarte.

Al le dio una palmadita en la espalda y lo dejó sólo en los establos, no podía estar todo el rato detrás de él, se acostumbraría y en los momentos decisivos no podría continuar solo. Al se dirigió entonces a la cabaña de Afrodita. Ian se acercó volando a ella, bueno, no literalmente, pero siempre daba esa sensación.

- Ya he oído la que has montado en el consejo – le soltó al llegar – Siento mucho que Liz no haya aceptado.

- ¿Pero qué dices? – Al se paró y se volvió hacia él- Acaba de aceptar el duelo, ha venido al establo para decírmelo – le respondió orgullosa.

Después disfrutó de la mueca de sorpresa de Ian, era un cotilla y estaba al tanto de todo lo que pasaba en el campamento, así que había pocas cosas que le pillaban desprevenido. Y Al se divertía al ver ese gesto.

- Así que tengo que ir a visitar cabañas, y voy a empezar por Afrodita. ¿Me acompañas?

- ¿Vas a hablar con Irina? Me apunto – respondió entusiasmándose al momento.

Al resopló, por supuesto, Irina se codeaba con mucha gente y era una fuente constante de rumores. Pero por lo que realmente iba Ian es a verla, era despampanante, como los hijos de Afrodita. Pero Irina tenía a la vez un encanto sexy y confiado que resultaba perturbador y atrayente.

Era una cabaña preciosa con un techo azul que se fundía con el mismísimo cielo, estaba decorado con sábanas y rodeado de estatuas de palomas y cisnes. Además un dulce olor la envolvía, prometiendo un paraíso oculto. Al llamó a la puerta y esperó, salió una niña pequeña, de unos trece años, Al supuso que había venido en el mismo grupo que Kevin, se aproximó a ella y le dijo:

- ¿Puedes llamar a Irina? – Creyó que la había asustado un poco, ya que la pequeña se alejó corriendo de la puerta. Se volvió hacía Ian para preguntarle pero este le había leído el pensamiento.

- Está rodeada de damas preciosas, verte a ti es como ver a un monstruo con cuernos, literalmente ¿te has peinado hoy? – le dijo. Al se intentó atusar el pelo con la mano, le daba igual su aspecto, pero tampoco quería ir asustando niños por ahí. Iba a responderle a Ian cuando Irina apareció en el marco de la puerta.

- ¿Para qué se requiere mi presencia?- dijo, utilizando una voz dulce y melodiosa acorde con sus vestimentas, que tan sólo era un sábana blanca. Ian se quedó pasmado, típico. Irina era una belleza aún con su cabello recogido descuidadamente en un moño alto y recién levantada.

- Venía a que me hicieras un favor – Al odiaba andarse por las ramas, le parecía una forma más de mentir. Irina se rio.

- Me encanta esa parte de ti, no es necesario que me mientas diciendo que quieres pasar un rato conmigo – le guiñó el ojo – Ya me ha dicho nuestro capitán tu plan, pero creí que Lizbeth no había aceptado.

- Negativo – interrumpió Ian, deseoso de mostrar su conocimiento – Acaba de aceptar el desafío.

- Bueno, intentaré persuadir a mis hermanos, pero creo que no habrá problema, estamos empezando a quedarnos sin espacio y nuestra madre es libidinosa – dijo restándole importancia al asunto, miró molesta hacia el interior de la cabaña. – Por cierto ¿Te has enterado de lo de James?

Al abrió los ojos, no esperaba que Irina fuera a sumarse a los rumores que corrían los idiotas sobre James. Uno incluso aseguraba que sacrificaba a vírgenes a su padre, patético. Simplemente le tenían envidia, iba a callar a Irina cuando esta se apresuró a decir:

- Ha cerrado – Ian y Al se miraron mutuamente y preguntaron a la vez:
- ¿Cómo que ha cerrado?

- Lo que oís, se acabó el chollo chica.

- ¿Pero por qué? – preguntó Ian, deseoso de conocer más.

- No ha dicho nada, pero a lo mejor se ha enamorado – añadió deseosa, los rumores de enamorados les chiflaban a las hijas de Afrodita. Al suspiró “Pues sería eso lo que quería decirme”, maldijo en griego.

- Joder ¿Y ahora qué hago? – Irina le miró apenada.

- De momento céntrate en la carrera de mañana y ya verás como encuentras a otro – Al no creyó que fuera ser tan fácil, pero aceptó su consejo y se despidió de ella.

- Me voy entonces – dijo Ian.

- ¿No me acompañas a la cabaña de Hefesto?  - le preguntó Al.


- ¿Para qué? Esos ermitaños no tienen ninguna información que me sea útil y tengo que contarle la noticia a todas las chicas, a ver si cae alguna – dicho esto se alejó corriendo hacia el comedor. Al suspiró, siempre igual, al final le tocaba hacerlo sola.


Patrocinado (pagado en dracmas) por:


1 comentario: